Sin título
Acrílico y carbón sobre papel
Díptico 95 x 140 cm
(95 x 70 cm c/u)
2000

Sin título
Acrílico y carbón sobre papel
Primer dibujo
95 x 70 cm
2000

Sin título
Acrílico y carbón sobre papel
Segundo dibujo
95 x 70 cm
2000

Elixir
Óleo sobre tela
80 cm de diámetro
1997

Inicio
Encáustica y carbón sobre tela
110 x 136 cm
2000

Pasión
Encáustica sobre tela
130 x 110 cm
2001

Energía II
Acrílico y carbón sobre tela
140 x 110 cm
2003

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Políptico de ocho paneles 200 x 280 cm
(50 x 70 cm c/u)
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Primer panel inferior (Verano)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Primer panel superior (Verano)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Segundo panel inferior (Primavera)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Segundo panel superior (Primavera)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Tercer panel inferior (Otoño)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Tercer panel superior (Otoño)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Cuarto panel superior (Invierno)
50 x 70 cm
2000

Las cuatro estaciones
Óleo sobre tela
Cuarto panel inferior (Invierno)
50 x 70 cm
2000

Rosa
Óleo y carbón sobre tela
126 x 140 cm
2003

Heroína
Encáustica y carbón sobre tela
190 x 150 cm
2003

Capullo
Óleo sobre madera
60 x 50 cm
2002

Corazón
Óleo sobre tela
Tríptico 130 x 240 cm (130 x 80 cm c/u)
2003

Corazón
Óleo sobre tela
Primer panel 130 x 80 cm
2003

Corazón
Óleo sobre tela
Segundo panel 130 x 80 cm
2003

Corazón
Óleo sobre tela
Tercer panel 130 x 80 cm
2003

Sin título
Carbón sobre papel
Tríptico 64 x 150 cm (64 x 50 cm c/u)
2000

Sin título
Carbón sobre papel
Segundo dibujo
64 X 50 cm
2000

Sin título
Carbón sobre papel
Primer dibujo
64 X 50 cm
2000

Sin título
Carbón sobre papel
Tercer dibujo
64 X 50 cm
2000

Sin título
Carbón sobre papel
95 x 70 cm
1996

Sin título
Carbón sobre papel
95 x 70 cm
2002

Sin título
Carbón sobre papel
95 x 70 cm.
2002

OCULTAR
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Fuerza vital

| 1996 - 2003

“Silencio la tierra va a dar a luz un árbol”. (Vicente Huidobro, Altazor-Canto I)

Heroína porque dijo: “no” y se quedó a libar entre gardenias. En los pliegues del primer botón, realmente. La verdad no vino desenvuelta en pétalos radiantes, espejos de rocío, hojas iridiscentes o cualquier otra superficie de poros con reflejos luminosos: es en la cuna del sépalo donde se oculta el cortejo que efectúa María José Romero al óleo. A modo de claustro botánico, el órgano femenino, pistilo coronado por un estilo y un inevitable estigma, inyecta la tinta a la célula, como si fuera el ejemplar micro del cosmos, con pincel, haditas-famosas como son por sus alitas transparentes. Se extrae del cuerpo el enigma, a nivel de insecto lepidóptero, observando a ojos volcados, con los parpados cerrados.

La cosecha inicia en blanco y abre el abanico del paisaje inventariado. Pero este paisaje no es estático, es ese cuerpo que se contrae y se dilata, se condena y se absuelve, colecta y disemina, se columpia con disciplina a espacios rítmicos. Es importante patear a terreno fértil la semilla, con una leve oscilación de la rodilla.

El conjunto que María José Romero levanta no sabe de quietud.

Su discurso de espléndida vitalidad corona al movimiento, indomable por inasible, rescatado y enmarcado en el flujo de su agilidad constante e irrepetible. Es un estudio metamórfico sucediéndose, en aprecio amable al caos del que naturalmente su organicidad deriva, que impide cualquier intento de parálisis perfeccionista porque —lo sabe quien se abraza de un capullo, lo sitia, desentraña— la perfección así, no solo es una mentira, es una insolencia de lo inerte. El movimiento, en cambio, y su desfile de pliegues, es vida.
 

Maité Iracheta
 

Ciudad de Nueva York, 2003

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